jueves, 24 de abril de 2008

1...2...3...


La pequeña miró hacia atrás asustada.Con una mano en el pecho observó cómo el techo y las paredes de aquel larguísimo pasillo se iban derrumbando a su paso.Cogió otra bocanada de aire y a punto de salírsele unas lágrimas de sus ojos, siguió corriendo y corriendo.Notaba los latidos de su acelerado corazón en su garganta y tragó la escasa saliva que aún quedaba en su cavidad.Soltó una serie de pequeños gritos al compás del sonido de sus fuertes y rápidas pisadas.Notaba una fuerte agonía en el pecho a medida que iba avanzando y, confundida por ello, comenzó a correr más rápido.

De pronto, divisó una figura femenina que se plantó justo en frente suya.Portaba unas graciosas y esponjosas orejitas en lo alto de la cabeza y un gracioso pompón en el trasero, como queriendo imitar a un suave conejo.La chica, un poco confundida por aquella aparición paró en seco mirando como hipnotizada a la mujer.Cuando volvió a escuchar el ruido de las paredes cayendo contra el suelo, miró hacia atrás aterrorizada de nuevo.Quiso correr, pero sus piernas no se movían, algo extraño en aquella presencia se lo impedía. Con el rostro levemente fruncido quiso apartarla con todas sus fuerzas para que la dejase avanzar.

La mujer, con un gesto negativo de cabeza y una pequeña sonrisa, la cogió fuerte de la mano.El suelo que había cerca de ellas comenzaba a evaporarse, y la niña asustada se abrazó fuerte a la mayor.

-No puedes huir siempre...-Susurró con la misma sonrisa.


- ¿De qué?-Preguntó la chica confundida ante las palabras de la misteriosa individua.


-De tus problemas.

De pronto todo el largo pasillo desapareció por arte de magia.La niña parpadeó y miró a su alrededor unas cuantas veces.No estaban pisando nada, se encontraban suspendidas en un ambiente oscuro.Un poco sorprendida, dio un paso hacia atrás, apartándose de la mujer.Aquella presencia le hacía sentir segura, aunque a la vez frágil.

Suspiró hondo mientras las palabras escuchadas le daban vueltas en sus pensamientos.Afirmó secamente y pensó en su hogar: un enorme campo verdoso y al final una pequeña casa humilde y acogedora.Una sonrisa se dibujó en su rostro y sintió de nuevo la calidez y la suavidad de sus ropas.

A sus pies se tendió el campo que minutos antes estaba en su cabeza y miró a su alrededor casi sin poder creérselo.Estaba de nuevo en su casa.Miró hacia atrás y contenta exclamó:

- ¡Grac...!-No pudo terminar de agradecerle todo a la muchacha, ya que cuando se giró no había ni rastro de ella.Un poco confundida se encogió de hombros y corrió hacia su casa mirando de vez en cuando hacia atrás.

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